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  • Foto del escritorJavier Aranda

Star Glam, la drag queen que nunca iría al Orgullo

Actualizado: 8 ene 2019

"Cuando me pongo la peluca cambia el papel de mi vida”

Juan David vestido de Star Glam. Fuente: Isaac Ballarín.

Juan David está llevando a cabo una reforma en su casa: quiere convertir el cuarto de invitados en un vestidor. Todo su cuarto de huéspedes está dedicado a la ropa. No para él, sino para su alter ego drag, Star Glam. A sus treinta y cinco años guarda todos los vestidos, zapatos y pelucas desde que empezó en el mundo drag.


Han pasado diez años de esa primera actuación en su pueblo natal, Campo de Criptana (Ciudad Real), y todavía se emociona recordando “la forma tan tonta” que fue su inicio. “En mi pueblo los carnavales se viven mucho y hacen una exhibición de trajes las peñas. Yo quería representar a una peña, pero me dijeron que no, que iban a hablar con la concejala de festejos para que hiciera algo más. Acabé presentando toda la gala”.


Esos fueron sus inicios en el mundo drag, pero desde niño le ha gustado el espectáculo, “era la primera vez que hacía de drag, pero siempre me he dedicado al espectáculo. De chico he bailado y he cantado, pero no me había vestido”. Pero el espectáculo no ha sido su único oficio, “me he dedicado a muchas cosas. He trabajado de peluquero y de administrativo, que es lo que estudié. Ahora, durante el día, doy clases en una academia de maquillaje”.


  • ¿Ser drag queen es algo vocacional?

Hay gente que lo hace porque se gana dinero. El problema es que en el mundo del espectáculo hay que diferenciar. Normalmente el mundo drag no ha salido del ambiente, y yo no me muevo por el ambiente. Soy un poco diferente, porque a mí no me gustan los guettos, si soy drag no tengo que estar siempre con gente homosexual. Yo siempre he luchado para que sea algo natural, de ir a un bar o una boda y actuar.


Dejó su pueblo para vivir en Madrid. Su vida en Campo de Criptana la recuerda con cariño, y todavía va cuando puede a actuar y dar visibilidad al mundo drag. “Yo he luchado siempre en mi pueblo. El año pasado fui vestido de drag y salí con mi peña desfilando por diversos pueblos. Nunca se había visto una drag en esos lugares”.


Además, a Juan David nunca le ha importado lo que la gente piense de él, algo que le ha ayudado a vivir en un lugar tan pequeño, donde según él, se comenta todo. “Yo he vestido siempre como he querido y he hecho lo que me ha apetecido, pero siendo discreto. Hacía mucho, pero nadie se enteraba”.


"El año pasado fui vestido de drag y salí con mi peña desfilando por diversos pueblos. Nunca se había visto una drag en esos lugares"

Su paso por Madrid fue breve. Allí conoció a su marido, por el que se mudó a Zaragoza.

Una vez en la capital aragonesa no le costó mucho iniciarse en el mundo de la noche. “Tuve suerte. Llegué y conocí gente de El Plata. Ellos me dieron el teléfono de unas chicas que tenían una empresa de espectáculos. Ellas apostaron por mí y de ahí todo fue para arriba”. Pero no siempre ha sido así: “otras veces he mandado mi dossier y no me han llamado. Mucha gente no me ha cerrado la puerta, simplemente no me ha contestado”.


Trabaja únicamente en el Café Meccano. También participa en despedidas de soltero, pero de forma privada. “A mí no me verás cada día en un sitio diferente. Así lo único que haces es quemar tu imagen y te dejan de llamar. Se aburren de ti”.


Star Glam actuando en directo. Fuente: Star Glam.

Para él, ser drag queen, además de una forma de hacer arte, es una profesión, y se lo toma como tal, “soy más serio cuando voy vestido de drag. Cuando me pongo la peluca cambia el papel de mi vida”. Pero eso no significa que no disfrute como un niño cada vez que sube al escenario, “mientras actúo quiero que la gente se lo pase bien ante todo. Me gusta la felicidad. Hemos venido para ser felices, para disfrutar de la vida y ya está”.


“A mí no me verás cada día en un sitio diferente. Así lo único que haces es quemar tu imagen y te dejan de llamar. Se aburren de ti”

Se enmarca fuera de lo normal, su zona de confort no está en el ambiente, con un público homosexual, algo que, según él, ocurre en la mayoría de los casos, “Yo creo que empezar ahí es lo fácil. Si quieres ser artista, porque la palabra artista es grande, yo creo que tienes que saber en todo momento estar en todos lados”.

No tiene ningún referente en el mundo drag, pero le encantan las grandes divas del cine como Rita Hayworth o Sara Montiel, artistas de la talla de Lola Flores, y la voz única de Rocío Jurado, “me gusta ese tipo de belleza”. Su repertorio es de lo más completo “hago revista, cabaret, canto canciones de los años sesenta, setenta, ochenta…”, y lo mismo pasa con su vestuario, aunque tiene debilidad por la moda de los años ochenta junto a la elegancia de los años veinte.


Desde que empezó a trabajar como drag ha cambiado mucho. Esos diez años han sido un gran proceso de crecimiento. “La diferencia de cuando empecé a ahora es abismal. Nadie nace y le sale todo ya perfecto”, sabe que todo el mundo tiene un pasado, y él abraza el suyo. “Ver la evolución personal es lo mejor, miras atrás y darte cuenta de que has ido cambiando, que has subido escalones a lo largo del tiempo”.


  • ¿Te quedan muchos escalones por subir?

Siempre se aprende, siempre hay escalones por subir. Tengas los años de carrera que tengas nunca dejas de formarte, más aun en el mundo del espectáculo, donde te rodeas con mucha gente y cada uno es de su padre y de su madre, nunca sabes que situación se puede dar, pero mola, yo creo que diariamente se aprende algo y eso es lo bonito.


Desde que inició este viaje sus familiares y círculo cercano nunca han dejado de apoyarle, “al principio mi madre me cosía los vestidos”. No le interesa la política y aunque se valora y quiere a sí mismo mantiene los pies en la tierra. “Una vez me dedicaron un cuplé en el que decían Juan David y Star Glam. Me dio mucho gusto, pero no me lo creía. Yo me lo tomo todo muy así, que me gusta pero no me lo creo, no tengo el ego muy alto”. Algo que según él no es común en el resto de la comunidad drag. “Creo que todo el mundo debe valorarse, pero también hay que saber hasta donde puedes llegar. La gente en este mundo tiene el ego muy subido”.


  • ¿Has dicho que no a muchos trabajos?

A muchísimos. La gente solo busca ganar más dinero y destroza su imagen. Por ejemplo a mí me han ofrecido alguna vez bailar en una discomóvil como hombre y yo les digo que no. No significa que baile mal, pero dónde voy yo a ponerme al lado de un tío cachas y una chica divina, ¿qué hago?, yo no tengo esos cuerpos que normalmente los gogós tienen.


Se considera moderno y con la mente abierta, pero se le escapa el fanatismo actual por las redes sociales. Él tiene cuentas en Facebook y Twitter, pero solo las utiliza para temas de trabajo, “subo fotos de mis maquillajes y videos de mis actuaciones, nada más”. Para él han deteriorado la forma en la que se vive el día a día, sobre todo a la hora de relacionarse y conocer gente; “las aplicaciones para ligar han hecho mucho daño. Cuando yo salía la magia estaba en las miradas, los roces. Ahora ese proceso se vive a través de la pantalla”.


En su opinión esto ha hecho mucho daño a la imagen del colectivo LGTBI+, “somos los mismos gais los que alimentamos los estereotipos”. Pero cada uno puede hacer lo que quiera: “Todos hemos hecho de todo, pero hay formas y formas de hacer las cosas para evitar que nos señalen”.


  • ¿Pero el problema no es de la gente que señala?

Sí, estoy de acuerdo. Pero también hay que saber buscar la intimidad. Cada uno puede hacer lo que le de la gana, pero creo que hay que mantener la intriga, porque cuando tú ves a una persona que es un putón, ¡que olé por él!, pero aunque no queramos juzgamos, y no lo vas a mirar con los mismos ojos a la hora de conocerlo porque inconscientemente tenemos prejuicios.


Trabajar de lo que te apasiona es algo que ocurre pocas veces, y él piensa que es uno de los afortunados que vive de sus dos grandes aficiones, la música y el baile. “Seguiré hasta que pueda. Me dedico porque me gusta. Creo que todo artista en el momento que deja de sentir mariposas en el estómago cuando va a subir al escenario debería dejarlo”.


Él aun las siente y no ve el momento en que deje de ocurrir, pero sabe que ser drag queen tiene una fecha de caducidad. “La noche quema mucho y los cuerpos cambian. Va saliendo gente nueva, y por mucho que te cuide siempre se nota la diferencia entre un cuerpo de 20 años y uno de 50”.

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