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  • Foto del escritorVanesa Aso Martín

¿No hablar del suicidio funciona?



“¿Quién no ha pensado alguna vez en un ataque de vergüenza por haber hecho el ridículo, aquello de ‘tierra trágame’?”, pregunta Juan Fernández-Rodríguez, psicólogo de Terapéutica en Alza. “Aunque no lo veamos como tal, de alguna forma, eso es un impulso de ‘ojalá no estuviera aquí’. Cuando ese dolor, que alguien puede sentir durante un determinado momento no acaba es cuando todo se torna más hacia esa idea de muerte. Si yo muriera, ¿qué pasaría?”


El suicidio es el acto por el cual una persona, de forma deliberada, se provoca la muerte. Se trata de un tema que durante años ha sido considerado tabú y por el cual, tan solo en España, más de 3.600 personas pierden la vida cada año.


Durante mucho tiempo, los medios han tenido políticas que les impedían o impiden todavía hoy, publicar aquellas noticias relacionadas con actos suicidas para prevenir lo que se ha denominado como ‘efecto llamada’. En este sentido, siempre se ha creído que publicar estos casos podía motivar a que otros intentaran suicidarse.


Las personas que deciden acabar con su vida sienten que su dolor no se resuelve, no encuentran apoyo ni solución y, para ellos, la idea de la muerte cobra sentido. Pero ¿qué es lo que realmente hace a este tema tan tabú?


Según explica Juan Fernández-Rodríguez, “el suicidio es un tema tabú para la sociedad porque no estamos acostumbrados a pensar qué es para nosotros. No se trataría tanto de justificarlo, sino de intentar entender que quizá esa persona tiene unos motivos para cometerlo. De hecho, eso es lo que a la gente le cuesta entender. Cuando una persona se imagina suicidándose, toda esa frustración y angustia desaparece”.


Una de las series más aclamadas de Netflix en los últimos años, ‘Por trece razones’, mostraba explícitamente el suicidio de una adolescente que había sufrido acoso en su instituto. Millones de jóvenes vieron esas escenas. Para Juan Fernández-Rodríguez, es necesario hablar y tratar el suicidio, sin embargo, “lo preocupante sería que la protagonista quede como una heroína al hacerlo. Suicidarse es un drama y eso también hay que decirlo”.





Desde Terapéutica en Alza, tanto Juan Rodríguez-Fernández como Adrián Pino, llevan varios años mostrándose como una ayuda; una vía hacia la curación de aquellas personas que tienen alguna dolencia o trastorno que no pueden resolver por ellos mismos. De esta forma, ambos conocen lo que es tratar con alguien que podría tener en su mente la idea de suicidarse. Juan Rodríguez-Fernández lo tiene muy claro, “lo fundamental es hablar. Si no me lo cuentan directamente, yo les pregunto: ¿alguna vez has pensado en acabar con tu vida?”.


Las diferentes formas de acabar con la vida se relacionan con el significado personal que tengan para esa persona. Si alguien se ahorca en un lugar público posiblemente se trata de una persona que quiere que la vean. Si, por el contrario, se suicida en su casa con pastillas, sería al revés. En el caso de alguien que se tira por una ventana, podría tratarse de un impulso sin previa planificación. Sin embargo, esto no es una regla exacta. Los actos suicidas son muy complejos y no podemos encontrar una respuesta única.


En cualquier caso, tal y como explica Juan Fernández-Rodríguez, la gente debería saber que existen una serie de ayudas profesionales a las que poder acudir. “Si alguien ve una mancha en su cuerpo, enseguida va a la dermatóloga. Si alguien tiene fiebre durante unos días, ante la duda va al médico. En este sentido, ante la duda, que también vayan al psicólogo. No hay que esperar a que nos pase algo grave de verdad”.


Y esta idea de normalizar el ir al psicólogo es algo que también comparten desde la Asociación de Trastornos Depresivos de Aragón. Al igual que Terapéutica en Alza, su labor se centra en atender de la manera más sencilla y especializada aquellos temas de ansiedad, estrés, depresión, etc., para que aquellas personas que lo sufren puedan, de alguna forma, mejorar su estilo de vida. Su coordinador, Javier Mediel Cobo, explica que la depresión es la primera causa de muerte del suicidio, algo que cada vez se encuentra más en auge. “Es alarmante pensar que el suicidio se sitúa como la primera causa de muerte violenta en España, llegando a estar por encima de las muertes por accidentes de tráfico”.


Buena parte de la gente que se ha visto rodeada de alguna forma por el suicidio decide asumirlo con culpa, frustración, etc. Y es que, realmente, tanto a nivel personal como familiar el suicidio es visto como un fracaso. Para intentar cambiar esa concepción, desde la Asociación AFDA quieren desarrollar ahora un grupo específico para familiares que han perdido a alguien a causa del suicidio. Sin embargo, su visión es clara. “Es un tema al que se le tendría que dar mucha más atención e incluso se debería tratar como un tema de salud pública”.


El problema, quizá, viene porque la demanda es tan grande, que no se puede dar abasto. El Teléfono de la Esperanza es otra de las asociaciones que lleva más de 40 años trabajando en España como un recurso que atiende a esas personas que se encuentran en crisis atravesando un mal momento.


Su ética de trabajo se basa en tres palabras clave: anonimato, aconfesionalidad y gratuidad. Y, aunque no depende de las administraciones públicas, tal y como cuenta Alberto Hernández, Presidente Teléfono de la Esperanza de Aragón, saben muy bien lo que es trabajar mano a mano con ellas. “En ocasiones, se nos derivan llamadas del 112. Se trata de personas que igual están en una crisis, pero se les puede atender desde aquí. Entonces, yo creo que desde las administraciones públicas están intentando poner medios. Sin embargo, las necesidades son muy grandes”.


Desde el Teléfono de la Esperanza se llevan a cabo cada año diferentes campañas para concienciar sobre el suicidio, una realidad silenciada. La de este último año, 2018, el lema era: El corazón que no habla gime hasta que se rompe.


Para todos ellos, los medios de comunicación deben ser una pieza fundamental en la prevención del suicidio. Alberto Hernández, recuerda incluso que este pasado año elaboraron una guía destinada a que los medios de comunicación empezaran a tratar el suicidio, haciéndolo además de manera adecuada.


En definitiva, la OMS y los diferentes expertos coinciden: se debe hablar del suicidio, pero hablar de ello con propiedad, objetividad y ofreciendo los recursos que más se puedan ajustar para que se puedan recibir ayudas.


Es necesario hablar del suicidio, no para que se produzca un efecto llamada, sino todo lo contrario, para que se produzca un efecto preventivo.

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